lunes, 8 de diciembre de 2008

CUANDO MUERA EL ALBA

Cuando muera el alba
en nuestras neuronas,
y ríos de piel
por mi ser naveguen...

Cuando ramas sigan
las hojas caídas,
y el hielo se torne
en perpetuas nieves...

Y la boca ciegue
lo negro y el barro,
y el peso del mundo
las rodillas sieguen...

Cuando roto el alma
por vagos recuerdos,
tu imagen difusa,
por fin, toque a muerte...

Querré que me abrace,
con su hoz de acero.
Querré que me funda
su cuerpo de nieve.

Querré sentir pronto
cómo, en un instante,
se apaga la luz,
que tanto me hiere.


1 comentario:

Angeles Fernangómez dijo...

Ernesto, qué poema más rotunda y amorosamente bello. Qué tristeza más alegre.
Me encanta, compañero.
Te mando un abrazo grande.
Ángeles