jueves, 27 de noviembre de 2008

CORAZÓN DE PAPEL



- Ulmo, rey poderoso de la mar
concédeme el deseo que te pido
y al pronto desde el fondo yo bendigo
tu noble corazón, que es de agua y sal.

- Tu mente se retuerce con la tinta
muñeco de papel y de cartón.
Sin ojos te tallaron y tu viste
trocitos de unas letras de color.
Yo que a la tierra cubro casi toda
acataré todo aquello que me pidas,
mas de peces, gaviotas, nubes y olas
rebusca entre tus líneas lo que digan.

- Tumbadas en la playa entre las algas,
mecidas por el mar en noche oscura,
aletas plateadas dan su alma
en un grito de adiós a su hermosura.
Saetas en el aire y sus chillidos
alegres con el sol de la mañana,
rebuscan entre plata muy temprana
sustento que alimente sus sentidos.
Pinturas son, rojizas, grises, blancas,
que, rotas por el aire en mil jirones,
dan paso a cielo gris; Reina la calma
y el aire hierve hoy entre algodones.
Ruido seco que rompe entre la arena;
Cristal multicolor, que se evapora;
Siseo entre el murmullo de las olas;
Sonora vibración que el aire llena.
Luna amarilla que ávida de amores
levantas a las aguas de sus simas;
Dirige tu destello a las espinas;
Perfuman en tu honor algunas flores.
El ritmo de la vida se acelera,
orígenes orgánicos se acaban,
prima el metal, lo verde lo quemaban,
no queda ya en la faz pieza en madera.
Soporte de almidón que, crudas, muestre
escenas sucesivas pregrabadas,
mezcladas con la voz, encajonadas,
sin que imaginación del ser adiestre.
Quisiera haber nadado en tus entrañas,
y amigo ser de todos tus colores,
viajando en ti, soplando en mis pulmones
el aire fresco que al glaciar araña.
Amiga de cristal, moja mi piel;
glosarán los soportes éste hecho.
Consiente que hoy en ti yazca deshecho
quién libro fue del último anaquel.
Tu espuma que acaricia ya mi pecho
es sueño de un payaso de papel.

LA GALGA




Ya parió la galga
sujeta a su cuerda,
sujeta a su vientre
una cría muerta.

Incrédulos ojos
dentro de su jaula
inútil el macho
de su pan le alcanza.

- No penes tristezas,
no seas tan loco
que al amo le he oído
que valgo muy poco;
y la vieja cuerda
sacó del desván
y del fuerte roble
la mandó colgar.
En el débil cuello
del hijo que tuve
sangrantes mis fauces
cerradas retuve.
Nadie se merece
sufriendo vivir
atado a una cuerda
y ahorcado morir.
Guarda tu mendrugo
y anda con cuidado,
que si desfalleces
te cuelgan del árbol.

Ya muere la tarde,
ya llegan los mozos...

Un aullido largo
suena en el ocaso,
es la despedida
de ése noble macho
que llora a su amada.
Que por fin descansa
colgada del roble;
que en sus sueños pare
alegre camada;
que en sus sueños juega;
que en sus sueños ama...